sábado, 3 de julio de 2010

ESCENAS DE CINE MUDO: LA HABANA

La Plaza de Armas, en la Habana. Un paraíso para los bibliófilos (Foto Isaac G. Toribio)
(Para ver album de fotos de La Habana, pinchar en la foto)
¡Chico, esto es Cuba! El mestizo pega su narizota al cristal de la ventanilla del avión y abre de repente sus ojos sanguíneos. El mestizo reconoce desde los 8.000 pies de altura su tierra, Camagüey. A pesar de su aspecto de guardacazas de Pensilvania, es un hombre de letras. Uno de los muchos intelectuales cubanos forjados en las universidades de La Habana y de Moscú.

Emérito, el mestizo, viene de Nicaragua a bordo de un viejo avión norteamericano, comprado a precio de saldo en la época en que Kennedy y Somoza aún eran amigos. Esos aviones de motores roncos, casi indefensos ante los virulentos golpes de aire de las rutas de El Caribe. Llegar a La Habana en este maltrecho aparato es un milagro de no menor embergadura que elevarse en él hacia el cielo ardiente de Managua.

Cuba recibe a los pasajeros del forker con todo el calor del mundo. En el aeropuerto José Martí, siempre en obras, los turistas noveles descienden en manada de los boeing fletados en Miami, y cargan sus pesados equipajes, excitados como adolescentes. Son turistas a los que les gustan las emociones fuertes. Fidel, han oído decir, tiene ojos en cada esquina de la isla.

A Emérito no le caen demasiado bien los turistas, sobre todo si son anglosajones. "Chico -dice- no hay forma de cumplirles con todos los antojos". Como trabajó un tiempo de botones en el hotel Vedado, de La Habana, debe saber de lo que habla. Trabajó en el Vedado hace ya muchos años, cuando lo de los misiles de Jrushchov y el bloqueo naval norteamericano. Desde entonces han transcurrido cerca de cincuenta años. Emérito pasó de botones a profesor de Literatura Española y Cuba del fascismo al socialismo. Ahora, jubilado, se le suele ver por la Plaza de Armas, vendiendo sus libros de masones, fumando y ojenado interminables partidas de ajedrez. "Esta es la Cuba que yo quiero, chico", dice Emérito casi veinte años después del día que le conocí a bordo del viejo forker. Mientras, sus nietos, ya universitarios, luchan por cambiar la Cuba que él tanto quiere.

(Redeyes)

No hay comentarios: