viernes, 2 de julio de 2010

MIA COUTO: EL TAMAÑO DE UN BESO


Mia Couto es un poeta que cuenta historias. Relatos de un país llamado Mozambique pero, que bajo su pluma, son historias reales de todos los hombres.

El suyo es un país que sufrió guerras y que aún vive hambres. Pero los personajes literarios de Couto trascienden la miseria y muestran su alma en carne viva: atan las tristezas con el hilo de sus lágrimas, sus hijos tienen manos del tamaño de un beso y, cuando mueren, caen sobre la tierra con la educación de una hoja. 

Nacido en Beira, en 1955, Mia Couto está reconocido como uno de los escritores e intelectuales más sobresalientes de África. Ya en su primer libros de poemas, "Raíz de Orvalho" aparecen indicios de su maestría para crear su propio mundo literario. Pero es con sus dos colecciones de cuentos, "Vozes Anoitecidas" y "Cada Homem É Uma Raça" cuando empieza a contruir un edificio verbal fascinante, fruto del mestizaje entre las lenguas nativas aprendidas en su niñez y una constante reelaboración del idioma portugués.

Las novelas "Terra sonámbula" y "A Varanda do Frangipani" son relatos plenos de imágenes, de una intensidad poética conmovedora. Mia Couto, con voz blanda y mirar suave, dibuja en ellos un universo mágico y mítico, el único en el que pueden habitar unos seres a los que la vida ha desnudado.

Vive y trabaja en el centro de Maputo, en una vivienda unifamiliar, que también utiliza de oficina. Extremadamente cordial, de la conversación se desprende una personalidad sensible, tímida, en cierta medida melancólica. Sólo cuando habla de su país, o de África, aparecen sus manos con energía, en gestos que apuntalan sus palabras y buscan soluciones aún inalcanzables.

Su infancia estuvo poblada de relatos mágicos oídos a los "abuelos" mozambiqueños en las aldeas. Después estudió Biológicas y, hoy, además de escribir, trabaja como biólogo. Pero la formación científica no ha logrado modificar su percepción mágica de la naturaleza.

Mia Couto explica que la visión que existe del mundo rural (incluidos la naturaleza, los árboles o los animales) en Mozambique es una percepción muy diferente a la occidental, como también lo son las filosofías dominantes: "En casi ninguna lengua de Mozambique existe una palabra para definir la naturaleza y esto ya demuestra que existe una forma diferente de concebir el mundo, que no separa la cultura de la naturaleza de la sociedad humana, en la forma que lo hacen las filosofías occidentales". Alumno de esa gran escuela del alma que es la poesía, Mía Couto es un niño poeta que cuenta historias de una ternura descarnada.



(Isaac G. Toribio)

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