Hace unos días estuve en León. Mi ciudad. Bajo las sombras de la luna encontré a la dama del perrito. Estaba en El Agustín, un bar de siempre del Barrio Húmedo. El Agustín era hace treinta años el lugar de encuentro de la juventud más radical. Sus paredes rebosaban de símbolos políticos, de frases escritas con la inocencia y la desmesura de la pasión. De forma esporádica las disputas entre parroquianos llegaban a las manos. Eran peleas más simbólicas que violentas. La dama de la perrito, tan proustiana, siempre estaba allí. Y antes, en el Miche, en la plaza de La Cebada o en la taberna La Bicha.
Un día, en el Agustín, la pelea se nos fue a todos un poco de las manos. Llegó la policía. Cerraron el bar.
Lo mejor de El Agustín era pedir tus cañas y beberlas sentado en la acera. Una acera estrecha, en una calle intrasitable. Llevábamos entonces insignias de Lou Reed o Sex Pistols, el pelo hasta la cintura y una soberbia inagotable. La dama del perrito aparecía: demasiado arreglada, rubia, pintada, acicalada como madrina de boda. Solo bebía vino.
En El Agustín los demás bebíamos cerveza. Mucha. No recuerdo la música. El camarero era alto, espigado, silencioso. Te servía. Y ya.
Tenía barba de tres días, siempre, y nos preguntábamos cómo lo hacía. Cada noche el bar estaba de bote en bote. Menos cuando llegaba la policía y desaparecíamos todos, salvo la dama del perrito.
Hace unos pocos días volví a ver a la dama del perrito con su copa de vino, nombrando por su nombre a todos, en El Agustín. El bar ha cambiado, León ha cambiado, el mundo ha cambiado, pero la dama sigue igual, con su perrito. Y con su belleza imposible, su postiza melena rubia, su sonrisa ebria, tierna y solitaria. Le hablé de su perro. "Todo ha cambiado, dijo, El Agustín, León, el mundo..." Y se fue, mientras su rimel se derretía bajo las sombras de la luna.
(Imagen: "Mujer y perro bajo la luna". Joán Miró)
Redeyes
Bienvenidos a mi modesto cuaderno de bitácora. Todo comentario será muy bien recibido
viernes, 18 de noviembre de 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
VIAJAR
Una buena amiga me preguntó no hace mucho por qué me gustaba tanto viajar. Entonces recordé que hace ya algunos años escribí este texto para explicar (me) lo que siento cada vez que inicio un viaje.
Para eso sirven los viajes. Para dejar en el aeropuerto el personaje ajado que representas cada día y crear otra máscara: una careta urdida con los rescoldos del loco que pudiste llegar a ser. Eres otro porque nadie te conoce y tú sólo te reconoces en tus sueños. En el liviano equipaje llevas apenas unas miradas, unas palabras que una vez te descarnaron el alma, y el rastro ya imborrable de una piel que llegaste a amar. Vas con todo eso y con tu libertad. Eres un cuadro en blanco que se pinta a sí mismo cada instante con los colores de la emoción, de la pasión, de la ternura.
(Redeyes)
viernes, 4 de febrero de 2011
ESCENAS DE CINE MUDO: JERUSALÉN (2005)
A partir de un álbum de fotografías el escritor leonés Julio Llamazares relata en "Escenas de cine mudo" su infancia en una remota aldea minera leonesa. Son textos conmovedores, condimentados con "unas pocas palabras verdaderas". Yo voy a plagiar a mi amigo y paisano e intentaré transmitir las sensaciones y reflexiones vividas en alguno de mis viajes. Espero que el maestro Julio perdone mi atrevimiento.
Fuera del espacio, más allá del tiempo Jerusalén se manifiesta como una ciudad epidérmica, inabarcable. Un lugar donde la "Fe" adquiere forma, peso, piel y corazón. La sientes en cada plegaría, en cada gesto compulsivo y reiterativo de los fieles. La vives en el pequeño habitáculo lateral dónde se refugian los judíos más ortodoxos, sentados en cojines carmesí o arrodillados en reclinatorios de madera, genuflexos ante un atril sobre el que descansa La Torá.
Más allá del Muro, después de férreos controles de seguridad, el barrio judío semeja un gueto medieval de cualquier país centroeuropeo. Calles estrechas, hombres con levitas y tirabuzones, cubiertos con la kepá, deambulan como sombras por las callejuelas, entre pequeños edificios empedrados. El libro sagrado a unos centímetros de los ojos, aislados, solos con su dios y sus ritos. Silencio, quietud, orden. Apenas ves mujeres. Las que hay, jóvenes de una ONG, sirven de guías improvisadas para el viajero aturdido y desorientado. Allí, en la judería, comienza la Vía Dolorosa, arteria central de la ciudad. El descenso de la Vía Dolorosa es una experiencia íntima, irrepetible.
De repente, el viajero oye un ruido extraño. Acaba de pisar una lata de refresco. "Imposible", piensa. Un signo de desorden en aquel mundo... "Imposible", se repite. Pero no, sin darse cuenta, en la misma Vía Dolorosa, todo cambia. Un paso, sólo un paso más adelante entra en el mundo árabe. Levanta la cabeza: decenas de tenderos (todos hombres) acechan para abalanzarse con sus mercancías en las manos. Emiten extrañas palabras, pero todas parecen significar lo mismo: "compra, compra, compra".
Sorprendido, el viajero retrocede apenas unos metros y vuelve el silencio, la quietud. Avanza y el mundo se convierte en un bazar angosto y abirragado. El suelo alfombrado de latas, de desperdicios, de restos de comida. Gargantas que gritan hasta el espasmo. Nños por todas partes, revoloteando como abejas en un panel. Es como el aleph, pero con dos ventanas: una hacia la silente soledad; la otra hacia el tumulto ensordecedor.
Allí, el viajero comprende que en realidad existen muchos mundos y que todos caben en esta diminuta ciudad, fuera del espacio, más allá del tiempo.
(Redeyes)
Fuera del espacio, más allá del tiempo Jerusalén se manifiesta como una ciudad epidérmica, inabarcable. Un lugar donde la "Fe" adquiere forma, peso, piel y corazón. La sientes en cada plegaría, en cada gesto compulsivo y reiterativo de los fieles. La vives en el pequeño habitáculo lateral dónde se refugian los judíos más ortodoxos, sentados en cojines carmesí o arrodillados en reclinatorios de madera, genuflexos ante un atril sobre el que descansa La Torá.
Más allá del Muro, después de férreos controles de seguridad, el barrio judío semeja un gueto medieval de cualquier país centroeuropeo. Calles estrechas, hombres con levitas y tirabuzones, cubiertos con la kepá, deambulan como sombras por las callejuelas, entre pequeños edificios empedrados. El libro sagrado a unos centímetros de los ojos, aislados, solos con su dios y sus ritos. Silencio, quietud, orden. Apenas ves mujeres. Las que hay, jóvenes de una ONG, sirven de guías improvisadas para el viajero aturdido y desorientado. Allí, en la judería, comienza la Vía Dolorosa, arteria central de la ciudad. El descenso de la Vía Dolorosa es una experiencia íntima, irrepetible.
De repente, el viajero oye un ruido extraño. Acaba de pisar una lata de refresco. "Imposible", piensa. Un signo de desorden en aquel mundo... "Imposible", se repite. Pero no, sin darse cuenta, en la misma Vía Dolorosa, todo cambia. Un paso, sólo un paso más adelante entra en el mundo árabe. Levanta la cabeza: decenas de tenderos (todos hombres) acechan para abalanzarse con sus mercancías en las manos. Emiten extrañas palabras, pero todas parecen significar lo mismo: "compra, compra, compra".
Sorprendido, el viajero retrocede apenas unos metros y vuelve el silencio, la quietud. Avanza y el mundo se convierte en un bazar angosto y abirragado. El suelo alfombrado de latas, de desperdicios, de restos de comida. Gargantas que gritan hasta el espasmo. Nños por todas partes, revoloteando como abejas en un panel. Es como el aleph, pero con dos ventanas: una hacia la silente soledad; la otra hacia el tumulto ensordecedor.
Allí, el viajero comprende que en realidad existen muchos mundos y que todos caben en esta diminuta ciudad, fuera del espacio, más allá del tiempo.
(Redeyes)
sábado, 4 de diciembre de 2010
jueves, 25 de noviembre de 2010
Mercado Calos Roberto Huembes (Managua): Una mirada.
Los mercados encierran un mundo sorprendente: carteles, miradas, gestos. Del ridículo a la ternura, todo cabe en estas callejuelas sucias y desordenadas del Mercado Carlos Roberto Huembes (Managua, 07/11/10)
martes, 23 de noviembre de 2010
Pues fíjese que no hay!
Jinotega (Nicaragua) Librería Elisabeth. 17,14 horas del sábado seis de noviembre de 2010
--- Buenas tardes. Buscaba un libro sobre Jinotega o escrito por un autor local
Dependienta: ¡Pues fíjese que no hay!
(Salgo a la acera y miro el letrero. En efecto, pone bien claro " Librería Elisabeth". Entro)
--- OK, pero puedo ver algún libro...?
Dependienta: ¿Pues fíjese que no hay!
--- Bueno, pues adios
--- Buenas tardes señor
Os aseguro que era una librería: esta foto es la prueba :-)
--- Buenas tardes. Buscaba un libro sobre Jinotega o escrito por un autor local
Dependienta: ¡Pues fíjese que no hay!
(Salgo a la acera y miro el letrero. En efecto, pone bien claro " Librería Elisabeth". Entro)
--- OK, pero puedo ver algún libro...?
Dependienta: ¿Pues fíjese que no hay!
--- Bueno, pues adios
--- Buenas tardes señor
Os aseguro que era una librería: esta foto es la prueba :-)
lunes, 22 de noviembre de 2010
Asentamiento Manuel Colom Argueta (Ciudad de Guatemala) 14/11/10 (1)
El asentamiento Manuel Colom Argueta es una de las comunidades más pobres de una de las ciudades más pobres del mundo: Guatemala. Más de un millar de personas malviven de la basura que recogen en un vertedero próximo. Manuel Colom fue un carismático lider político del país, asesinado en 1979, en plena campaña elecoral. ... En este video, que grabé el 14 de noviembre de 2010, Aida López nos muestra en qué condiciones transcurre la vida cotidiana en este asentamiento.
jueves, 12 de agosto de 2010
CRÓNICAS DEL LINFOMA, DE JOSÉ COMAS
En marzo de 2008, José Comas, corresponsal de El País en Alemania, fallecía en un hospital de Berlín, después de tres años de infructuosa lucha contra un linfoma. La frase, escrita un mes antes, iba dirigida al Cuerpo Místico, un grupo de incondicionales amigos y compañeros de profesión repartidos por todo el mundo, que permanecieron a su lado hasta el último aliento.
En homenaje a José Comas, a su viuda Ana Lorite y a ese cuerpo místico, la ediorial Rey Lear ha publicado un emotivo y cuidadísimo libro, en el que se recogen los textos con los que José Comas describió su propia y larga agonía. Son crónicas de la batalla que mantuvo un hombre, fuerte como un gigante, frente al protervo No Hodgkin, nombre de su enfermedad.
José Comas fue un maestro de periodistas desde las páginas de El País. Desde Argentina, México y Alemania contó con inteligencia y precisión muchos de los acontecimientos que marcaron la historia de los últimos 30 años. Con esa inteligencia y precisión, además de un sorprendente sentido del humor y un compromiso total con la vida y su profesión, Comas construye sus cuadernos de viaje, su último viaje.
Rey Lear es una de esas editoriales que ha sabido crecer en unos tiempos tan difíciles para todo lo impreso. Creada por el periodista leonés Jesús Egido, es un modelo tanto en la selección de los textos como en el tratamiento casi artesanal de las portadas y las páginas interiores. Muy recomendable
jueves, 8 de julio de 2010
DIOS Y MENDIGO
"El hombre es un dios cuando sueña... Y un mendigo cuando piensa"
¡Qué equivocado estaba Holderling!. Los sueños nos hacen más felices, sin duda; pero la razón más libres. Y no hay felicidad sin libertad. Seamos felices, pero que los sueños no nos priven del privilegio que tenemos de indagar sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea.
¡Qué equivocado estaba Holderling!. Los sueños nos hacen más felices, sin duda; pero la razón más libres. Y no hay felicidad sin libertad. Seamos felices, pero que los sueños no nos priven del privilegio que tenemos de indagar sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea.
sábado, 3 de julio de 2010
ESCENAS DE CINE MUDO: LA HABANA
(Para ver album de fotos de La Habana, pinchar en la foto)
¡Chico, esto es Cuba! El mestizo pega su narizota al cristal de la ventanilla del avión y abre de repente sus ojos sanguíneos. El mestizo reconoce desde los 8.000 pies de altura su tierra, Camagüey. A pesar de su aspecto de guardacazas de Pensilvania, es un hombre de letras. Uno de los muchos intelectuales cubanos forjados en las universidades de La Habana y de Moscú.Emérito, el mestizo, viene de Nicaragua a bordo de un viejo avión norteamericano, comprado a precio de saldo en la época en que Kennedy y Somoza aún eran amigos. Esos aviones de motores roncos, casi indefensos ante los virulentos golpes de aire de las rutas de El Caribe. Llegar a La Habana en este maltrecho aparato es un milagro de no menor embergadura que elevarse en él hacia el cielo ardiente de Managua.
Cuba recibe a los pasajeros del forker con todo el calor del mundo. En el aeropuerto José Martí, siempre en obras, los turistas noveles descienden en manada de los boeing fletados en Miami, y cargan sus pesados equipajes, excitados como adolescentes. Son turistas a los que les gustan las emociones fuertes. Fidel, han oído decir, tiene ojos en cada esquina de la isla.
A Emérito no le caen demasiado bien los turistas, sobre todo si son anglosajones. "Chico -dice- no hay forma de cumplirles con todos los antojos". Como trabajó un tiempo de botones en el hotel Vedado, de La Habana, debe saber de lo que habla. Trabajó en el Vedado hace ya muchos años, cuando lo de los misiles de Jrushchov y el bloqueo naval norteamericano. Desde entonces han transcurrido cerca de cincuenta años. Emérito pasó de botones a profesor de Literatura Española y Cuba del fascismo al socialismo. Ahora, jubilado, se le suele ver por la Plaza de Armas, vendiendo sus libros de masones, fumando y ojenado interminables partidas de ajedrez. "Esta es la Cuba que yo quiero, chico", dice Emérito casi veinte años después del día que le conocí a bordo del viejo forker. Mientras, sus nietos, ya universitarios, luchan por cambiar la Cuba que él tanto quiere.
(Redeyes)
viernes, 2 de julio de 2010
MIA COUTO: EL TAMAÑO DE UN BESO
Mia Couto es un poeta que cuenta historias. Relatos de un país llamado Mozambique pero, que bajo su pluma, son historias reales de todos los hombres.
El suyo es un país que sufrió guerras y que aún vive hambres. Pero los personajes literarios de Couto trascienden la miseria y muestran su alma en carne viva: atan las tristezas con el hilo de sus lágrimas, sus hijos tienen manos del tamaño de un beso y, cuando mueren, caen sobre la tierra con la educación de una hoja.
Nacido en Beira, en 1955, Mia Couto está reconocido como uno de los escritores e intelectuales más sobresalientes de África. Ya en su primer libros de poemas, "Raíz de Orvalho" aparecen indicios de su maestría para crear su propio mundo literario. Pero es con sus dos colecciones de cuentos, "Vozes Anoitecidas" y "Cada Homem É Uma Raça" cuando empieza a contruir un edificio verbal fascinante, fruto del mestizaje entre las lenguas nativas aprendidas en su niñez y una constante reelaboración del idioma portugués.
Las novelas "Terra sonámbula" y "A Varanda do Frangipani" son relatos plenos de imágenes, de una intensidad poética conmovedora. Mia Couto, con voz blanda y mirar suave, dibuja en ellos un universo mágico y mítico, el único en el que pueden habitar unos seres a los que la vida ha desnudado.
Vive y trabaja en el centro de Maputo, en una vivienda unifamiliar, que también utiliza de oficina. Extremadamente cordial, de la conversación se desprende una personalidad sensible, tímida, en cierta medida melancólica. Sólo cuando habla de su país, o de África, aparecen sus manos con energía, en gestos que apuntalan sus palabras y buscan soluciones aún inalcanzables.
Su infancia estuvo poblada de relatos mágicos oídos a los "abuelos" mozambiqueños en las aldeas. Después estudió Biológicas y, hoy, además de escribir, trabaja como biólogo. Pero la formación científica no ha logrado modificar su percepción mágica de la naturaleza.
Mia Couto explica que la visión que existe del mundo rural (incluidos la naturaleza, los árboles o los animales) en Mozambique es una percepción muy diferente a la occidental, como también lo son las filosofías dominantes: "En casi ninguna lengua de Mozambique existe una palabra para definir la naturaleza y esto ya demuestra que existe una forma diferente de concebir el mundo, que no separa la cultura de la naturaleza de la sociedad humana, en la forma que lo hacen las filosofías occidentales". Alumno de esa gran escuela del alma que es la poesía, Mía Couto es un niño poeta que cuenta historias de una ternura descarnada.
(Isaac G. Toribio)
sábado, 5 de junio de 2010
jueves, 29 de abril de 2010
"AL SUR DE LA FRONTERA..."
Un niño japonés de 12 años se enamora de una niña coja japonesa de la misma edad. Se marcha a Tokio, a la universidad, y conquista a otra mujer, a la que abandona para irse a la cama con una tercera, que resulta ser prima de su novia. Finalmente, y tras algunos años de vida solitaria, conoce y se casa con la que cree el amor de su vida. Es rica por parte de padre, éste le ayuda a poner un bar de jazz, y de repende se pasa a la alta burguesía. Pero un buen día aparece por la barra del bar su primer amor y todo cambia...
Esta es la trama de "Al sur de la frontera, al oeste del sol", de Haruki Murakami. No pasa nada que no suceda a millones de personas en todo el mundo. A partir de tan escasa urdimbre argumental Murakami elabora un texto de gran riqueza literaria. Un hombre enfrentado a sus propios sentimientos, que él vive como debilidades, se deja llevar por el río de la vida atento sólo a sus apetitos y no a su conciencia.
"Al sur de la frontera..." se lee casi de un tirón. Murakami sabe como pocos autores actuales mantener la tensión, introducir al lector en el complicado mundo de los sentimientos, de las emociones, y todo ello en un tono que recuerda a al mejor Dostoievski de "Crimen y castigo", al Camús de "El extranjero" o a Kakfa en "Carta a mi padre". Crea así un personaje, Hajime, que pasa por la vida sujeto a sus pasiones y no a su conciencia, pero al mismo tiempo profundamente atormentado por su debilidad. Uno se pone en el lugar de Hajime fácilmente y eso hace que el lector se involucre totalmente con la historia.
Todos los personajes de la novela son japoneses: el propio Hajime y todas sus amantes. Sin embargo las referencias culturales (literarias, musicales) son occidentales, con el jazz y la música clásica como constantes referencias. Quizás sea esta la parte más criticable dentro de una obra mayor. Y también parece un tanto forzado el elevado erotismo, a veces cercano a lo pornográfico, de algunos pasajes. Da la impresión que ambos excesos buscan la captura del mayor número de lectores dentro y fuera de la isla En todo caso, se trata de un libro escrito con pulso, que no deja indiferente. Imprescindible.
(Redeyes)
domingo, 21 de marzo de 2010
SONIDOS DEL SILENCIO
Hoy hay una vista muy hermosa desde la terraza, con multitud de colores, abigarrados, saltando hacia los ojos. Vienen los colores del mar y del cielo, trepan a través de las huertas labradas por los últimos campesinos urbanos, surgen de las ropas de mujeres mientras recogen mimosas desde los campos preñados de rocío.
Es otra forma de disfrutar de la casa: hacia fuera. Ahora, la calle es un tumulto: coches estridentes, máquinas de obras gimiendo hasta la agonía: no importa, nunca ningún ruido ha destruido al silencio. No es difícil, en marzo, ver un cielo tan limpio, apenas una breve franja de neblina en el horizonte y el resto azul. Uno podría bañarse en este cielo marino y volver después listo para la batalla, con el alma aseada y la piel expectante.
(Redeyes)
Es otra forma de disfrutar de la casa: hacia fuera. Ahora, la calle es un tumulto: coches estridentes, máquinas de obras gimiendo hasta la agonía: no importa, nunca ningún ruido ha destruido al silencio. No es difícil, en marzo, ver un cielo tan limpio, apenas una breve franja de neblina en el horizonte y el resto azul. Uno podría bañarse en este cielo marino y volver después listo para la batalla, con el alma aseada y la piel expectante.
(Redeyes)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)