martes, 5 de enero de 2010

NOCTURNO DE CHILE, DE ROBERTO BOLAÑO


Cura del Opus, crítico de literatura y poeta mediocre. Sebastián Urrutia Lacroix, conocido como el "padre Ibacache", se enfrenta a su conciencia y a la muerte en una noche febril. Una única noche, sin tregua, sin esperanza, sin futuro. Indefenso ante la soledad de una vida que se le escapa entre los dedos, mientras llama con los nudillos del alma a la ventana del joven envejecido que le pide cuentas más allá del abismo.

En Nocturno de Chile el poeta y escritor chileno Roberto Bolaño relata, a través de los recuerdos del cura Ibacahe, el ambiente más siniestro de la dictadura del general Pinochet en Chile. Un país que tras una apariencia de calles tranquilas escondía en los sótanos de sus casas, de sus cuarteles, de sus mansiones, una gran crueldad. Y Bolaños lo hace sin apenas dejar respirar al lector, con una borágine de personajes, de escenas, de sentimientos que atrapan desde la primera línea.

Es una novela corta (apenas 150 páginas) pero con la intensidad de una tormenta en medio del océano. Sebastían Urrutia, el "cura Ibacache", zozobra sin apenas un suspiro en un mar embravecido por la soberbia de un crítico que no reniega de los aplausos pedantes, y de un cura dócil y entregado a su clase social, clerical y arribista. Urrutia e Ibacache son un mismo personaje sometido a las febriles tensiones de sus dos caras: conoce y respeta a Neruda y, al mismo tiempo, da clases de marxismo a Pinochet; viaja por Europa aprendiendo a espantar las palomas que defecan en las catedrales y asiste impasible a la tortura en los sótanos de la casa de una mujer misteriosa, esposa de un espía y torturador.

Bolaño recrea este ambiente cínico y atroz con una escritura vibrante, personalísima, sin tregua. En un texto que no deja indiferente.


Roberto Bolaño habla sobre el rostro de sus lectores

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